martes, 16 de noviembre de 2010

¿Qué es lo que incomoda al feminismo liberal? (I)

De todo lo que voy a ir recordando, me pregunto: ¿dónde está lo que incomoda al feminismo liberal?


La familia es una institución natural con un orden jerárquico funcional que exige una cabeza. La función exige una cabeza. Porque el matrimonio hace de la unión entre el varón y la mujer una nueva realidad, “una sola carne”. Y en el orden natural todo cuerpo lleva una cabeza. Por eso decimos que es “funcional”, para funcionar como uno solo. Lo vemos en la Sagrada Familia. San José no era ni el más importante ni el más santo, pero su jerarquía de cabeza de familia fue siempre respetada y el ángel se dirige a él, y no a la Santísima Virgen para decirle que debía huir a Egipto. La obediencia de la Santísima Virgen a San José, a su vez, restablece la nobleza de la condición de la mujer.

La revolución anticristiana, en esta fase final, para destruir a la familia ha puesto su objetivo subversivo en la mujer, quien estaba, desde el Génesis, subordinada al varón, creada por Dios como su “ayuda y compañera, guardiana de la vida física y espiritual.

Al varón, a su vez, Dios le había mandado custodiarla, cuidarla, protegerla y sostenerla, para que ésta, a su vez, defendiera la vida. El cristianismo liberó a la mujer de la esclavitud a la que estaba sometida desde el principio de los tiempos. Desde el fondo de la historia la condición de la mujer era la esclavitud. Se la trataba como una cosa. Tenía muy poco espacio. Estaba para el placer del hombre y limitada al ámbito del hogar como sucede hoy en día en gran parte del mundo o en todo el mundo islámico en donde el cristianismo no ha llegado y no ha modificado las costumbres. En el mundo griego y romano, si bien se les daban consideraciones de respeto en el orden social, no se le confiaba la educación de los hijos. Para el cristianismo, la mujer es capaz de ser la madre de Dios, es el signo de la fidelidad al Verbo Encarnado, al seguimiento de Cristo Hombre a Quien no dejaron nunca solo ni en la Pasión. Es a las mujeres a quienes el Señor Resucitado las distingue con las primeras apariciones antes que a sus Apóstoles.

Y en la cristiandad no sólo va ser venerada la Virgen Santísima sino que la mujer será honrada con honores por el sólo hecho de serlo. Ella es reconocida como la mediadora natural, la que tiene la misión de hacer la Verdad dulce tierna y accesible, entendible. La que hace las costumbres, la que civiliza. La presencia de la mujer femenina en la sociedad siempre fue un límite para la rusticidad del varón, que no está mal que sea rústico “entre varones”. Tomado de Catholic.net

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