sábado, 16 de octubre de 2010

de carnavales

Pareciera que así estamos en el Perú, desde que Vargas Llosa ha ganado el Nobel de Literatura. Hasta el Ministerio de Educación se ha apresurado a obligar a los padres de familia a incluir en el plan lector de sus hijos en edad escolar, las novelas del egregio escritor. Novelas que, según su propio autor, son admiradas porque responden a un criterio específico: "una novela ha sido más seductora para mí en la medida en que en ella aparecían, combinadas con pericia en una historia compacta, la rebeldía, la violencia, el melodrama y el sexo". Prescindiendo de criterios valorativos morales y religiosos, un padre de familia no debe ser obligado a formar a sus hijos según este talante. El mismo Vargas Llosa debiera protestar defendiendo la libertad de los padres.  A su entender, su eficacia narrativa se debe a que comulga con Flaubert en "nuestro incurable materialismo, nuestra predilección por los placeres del cuerpo sobre los del alma, nuestro respeto por los sentidos y el instinto, nuestra preferencia por esta vida terrenal a cualquier otra". Si yo fuera padre de familia me reservaría el derecho de respetar en mis hijos los sentimientos personales nacidos de su propia intimidad, no de los "demonios interiores" que favorecen una pericia narrativa que, salvo la Academia sueca, todo el sentido común del mundo es libre de poner en entredicho.