sábado, 29 de diciembre de 2012

La manipulación de la naturaleza





Ya no es válido lo que leemos en el relato de la creación: «Hombre y mujer los creó» (Gn 1,27). No, lo que vale ahora es que no ha sido Él quien los creó varón o mujer, sino que hasta ahora ha sido la sociedad la que lo ha determinado, y ahora somos nosotros mismos quienes hemos de decidir sobre esto. Hombre y mujer como realidad de la creación, como naturaleza de la persona humana, ya no existen. El hombre niega su propia naturaleza. Ahora él es sólo espíritu y voluntad. La manipulación de la naturaleza, que hoy deploramos por lo que se refiere al medio ambiente, se convierte aquí en la opción de fondo del hombre respecto a sí mismo. En la actualidad, existe sólo el hombre en abstracto, que después elije para sí mismo, autónomamente, una u otra cosa como naturaleza suya. Se niega a hombres y mujeres su exigencia creacional de ser formas de la persona humana que se integran mutuamente. Ahora bien, si no existe la dualidad de hombre y mujer como dato de la creación, entonces tampoco existe la familia como realidad prestablecida por la creación.

Discurso de Benedicto XVI a los miembros de la Curia Romana, 23 de diciembre de 2012.

viernes, 14 de diciembre de 2012

Conductas homosexuales y personas

Algunas minorías son especialmente susceptibles a la "denominación de origen". Por ejemplo, con ocasión de la aún no concluída legislación de la Policía Nacional acerca de la punición de las relaciones homosexuales entre los miembros de su institución, algunas voces se han  alzado airadas porque consideran una intromisión en la conducta ajena la atingencia de la norma; y exigen que se transforme en una limitación de las conductas sexualmente escandalosas; otras van más allá y califican de intolerancia cualquier limitación de la conducta homosexual en razón del respeto a la "libertad" de conducta de todos: es decir, reclaman una legislación rotundamente permisiva. Me animo a recordar planteamientos elementales de antropología recogidos en una Carta de la Congregación para la Doctrina de le Fe acerca de  la Atención pastoral a las personas homosexuales. Se recuerda en ella la diferencia en el juicio moral que merece la conducta homosexual respecto a la que merecen las personas homosexuales. Para estas se exige todo el respeto a su dignidad de personas, que no pierden por su condición, profundamente desconocida para la ciencia y también obviamente, para el conocimiento vulgar. Sin embargo, los actos homosexuales son eventualmente punibles por tratarse de conductas antinaturales. Comprendo que la ignorancia de la Ley natural (que no excusa de culpa a quien atente contra la misma) rechaza incluso la pretensión de entender como natural lo que el sentido común (libre de cualquier sofisticación pseudocientífica) entiende como "natural" y antinatural. Pero debo recordarlo, ya que nuestros legisladores con frecuencia usan estereotipos aprendidos de algunas ideologías de moda (la de género, por ejemplo, que se autocalifca de científica: que lo pruebe) y tergiversan el bien de las personas confundiéndolo con el interés de ciertas minorías. Les pido que trabajen bien.

A propósito de un premio a la cultura

Ahora que cierto sector de la cultura entre nosotros celebra entusiastamente el premio otorgado al señor Gustavo Gutierrez, es interesante recordar algunas palabras de Juan Pablo II en su catequesis sobre la fe del año 1986. Como se trata de temas universales y atemporales me excuso de explicar el porqué de esta referencia. El Papa habla de la salvación y se refiere a la liberación (la auténtica liberación): "los Símbolos (de la fe) al colocar el misterio de la encarnación salvífica en el escenario de la historia, tocan la realidad del mal y en primer lugar la del pecado. Efectivamente, salvación significa sobretodo liberación del mal y, en particular, liberación del pecado, aunque si obviamente el alcance del término no se reduce a eso, sino que abraza la riqueza de la vida divina que Cristo ha traído al hombre. Según la Revelación, el pecado es el mal principal y fundamental porque en él está contenido el rechazo de la voluntad de Dios, de la verdad y de la santidad de Dios, de su paterna bondad, como se ha revelado ya en la obra de la creación y sobre todo de la  creación de los seres racionales y libres, hechos a "imagen y semejanza" del Creador. Precisamente esta "imagen y semejanza" es usada contra Dios, cuando el ser racional con la propia libre voluntad rechaza la finalidad del ser y del vivir que Dios ha establecido para la creatura. En el pecado está, por tanto, contenida una deformación particularmente profunda del bien creado, especialmente en un ser que, como el hombre, es imagen y semejanza de Dios". (Audiencia General, 27.VIII.1986). Ignorar el alcance teológico de estas afirmaciones puede dar lugar a disminuir la trascendencia de un premio a la "trayectoria" personal que como teólogo se ha asignado al señor Gutierrez. Bien ha hecho en puntualizar el homenajeado que "un premio siempre es un regalo. Y los regalos no se merecen. Solo se agradecen"; no fuera a ser que se le preguntara demasiado acerca de si , en su trayectoria teológica, siempre ha respetado los principios de su ciencia.

domingo, 25 de noviembre de 2012

El mundo, el hombre y la fe

«El siglo pasado -ha dicho Benedicto XVI recientemente- ha sido testigo de un fuerte proceso de secularismo, en nombre de la autonomía absoluta del hombre, considerado como medida artífice de la realidad».

Se trata de un proceso que ha empobrecido al hombre, según Benedicto XVI, porque al oscurecer «la referencia a Dios, también se oscureció el horizonte ético, para dejar espacio al relativismo». Por lo que un hombre, «separado de Dios, se reduce a una sola dimensión», con un «reduccionismo» que, según el Papa, ha sido una de las causas «fundamentales de los totalitarismos, que han tenido consecuencias trágicas en el siglo pasado, así como de la crisis de valores que vemos en realidad actual».

La respuesta a esta evolución debe darse bajo el signo de la «dulzura» y del «respeto», y pasa necesariamente por tres vías: el mundo, que quiere decir recuperar la «capacidad de contemplar la creación, su belleza, su estructura. El mundo no es un magma informe, pero cuanto más lo conocemos, más descubrimos los mecanismos maravillosos, mejor vemos su diseño, vemos que hay una inteligencia creadora».

En segundo lugar se encuentra el hombre: «en el hombre interior habita la verdad" (True Religion, 39, 72). Este es otro aspecto que corremos el riesgo de perder en el mundo ruidoso y dispersivo en el que vivimos: la capacidad de pararnos y de mirar en lo profundo de nosotros mismos».

Por último, el Papa indicó la vía de la fe, que no es «un mero sistema de creencias y valores», sino «encuentro con Dios que habla y actúa en la historia y que convierte nuestra vida cotidiana, transformando en nosotros mentalidad, juicios de valor, decisiones y acciones. No es ilusión, fuga de la realidad, cómodo refugio, sentimentalismo -concluyó el Papa-, sino que es participación de toda la vida y es anuncio del Evangelio, la Buena Nueva capaz de liberar a todo el hombre».

viernes, 26 de octubre de 2012

Año de la fe


Miércoles 25 de octubre . Audiencia general. Benedicto XVI entrega su catequesis sobre la Fe: "hoy quisiera reflexionar con ustedes sobre lo elemental: ¿qué es la fe? ¿Tiene sentido la fe en un mundo donde la ciencia y la tecnología han abierto nuevos horizontes hasta hace poco impensables? ¿Qué significa creer hoy en día?"


"En efecto, en nuestro tiempo es necesaria una educación renovada en la fe, que abarque por cierto el conocimiento de sus verdades y de los acontecimientos de la salvación, pero que, en primer lugar, nazca de un verdadero encuentro con Dios en Jesucristo, de amarlo, de confiar en Él, de modo que abrace toda nuestra vida".



Ante diversos desafíos que presenta el mundo actual y que generan una especie de "desierto espiritual", continuó el Papa, y a pesar de los avances de la ciencia, "el hombre de hoy no parece ser verdaderamente más libre, más humano, permanecen todavía muchas formas de explotación, de manipulación, de violencia, de opresión, de injusticia".



Sumado a esto está la tendencia de creer sólo en aquello que se puede ver y tocar. Sin embargo hay quienes, pese a la desorientación, intentan ir más allá para responder a preguntas fundamentales como "¿qué sentido tiene vivir? ¿Hay un futuro para el hombre, para nosotros y para las generaciones futuras? ¿En qué dirección orientar las decisiones de nuestra libertad para lograr en la vida un resultado bueno y feliz? ¿Qué nos espera más allá del umbral de la muerte?"

Prolegómenos de una reflexión honda e inmensamente necesaria en estos momentos.

domingo, 21 de octubre de 2012

http://www.arbil.org/89nera.htm

No me resisto a sugerirles la lectura de este largo pero importante estudio acerca de la Nueva Era. Vale la pena. Más adelante podremos comentarlo.

martes, 10 de julio de 2012

Desde la alta ciencia a la fe

El científico que lideró el equipo que descubrió el genoma humano ha publicado un libro en el que explica por qué ahora cree en la existencia de Dios y está convencido de que los milagros existen. Francis Collins, director del Instituto Nacional Estadounidense de Investigación del Genoma Humano reivindica que hay bases racionales para un Creador y que los descubrimientos científicos llevan al hombre "más cerca de Dios". 

Su libro, "El lenguaje de Dios", reabre el antiguo debate sobre la relación entre ciencia y fe. "Una de las grandes tragedias de nuestro tiempo es esta impresión que ha sido creada de que la Ciencia y la Religión tienen que estar en guerra", lamenta Collins, de 56 años. 

Para Collins, aclarar el genoma humano no creó un conflicto en su mente. En su lugar, le permitió "vislumbrar el trabajo de Dios". "Cuando das un gran paso adelante es un momento de regocijo científico porque tú has estado en esta búsqueda y parece que lo has encontrado", explica. “Pero es también un momento donde, al menos, siento cercanía con el Creador en el sentido de estar percibiendo algo que ningún humano sabía antes, pero que Dios sí sabía desde siempre." 

"Cuando has tenido por primera vez delante de ti estos 3.1 billones de letras del "libro de instrucciones" que transmite todo tipo de información y todo tipo de misterios acerca de la humanidad, eres incapaz de contemplarlo página tras página sin sentirte sobrecogido. No puedo ayudar, sino admirar estas páginas y tener una vaga sensación de que eso me está proporcionando una visión de la mente de Dios", reconoce. 

Collins se une así a una línea de científicos cuyos descubrimientos han contribuido a reafirmar su fe en Dios. Isaac Newton, cuyo descubrimiento de las leyes de la gravedad "reorganizó" nuestra manera de entender el universo, fue uno de ellos. Newton aseguró que "el sistema más bello sólo podría proceder del dominio de un ser inteligente y poderoso". Otro de ellos fue Einstein, que revolucionó nuestro entendimiento del tiempo, de la gravedad y de la conversión de la materia en energía. Einstein creía que el universo tenía un Creador: "Quiero saber cómo creó Dios el universo, quiero conocer Sus pensamientos; el resto son detalles", escribió. 

Collins fue ateo hasta los 27 años, cuando como un joven doctor, quedó impresionado por la fortaleza que la fe daba muchos de sus pacientes más críticos. "Tenían terribles enfermedades de las que con toda probabilidad no iban a escapar, y todavía, en lugar de quejarse a Dios, parecían apoyarse en su fe como una fuente de consuelo", explica. “Fue interesante, extraño e inquietante”.Por eso decidió visitar una Iglesia metodista y le dieron una copia del libro de C. S. Lewis "Mere Christianity", que argumenta que Dios es una posibilidad racional. El libro transformó su vida. "Era un argumento que no estaba preparado para oír", dijo. "Estaba muy feliz con la idea de que Dios no existía y de que no tenía interés en mí. Y todavía al mismo tiempo, no podía alejarme". 

Collins cree que la Ciencia no puede ser usada para refutar la existencia de Dios porque está confinada a su mundo "natural". Bajo esta luz, el director del Instituto Nacional Estadounidense de Investigación del Genoma Humano cree que los milagros son una "posibilidad real". Tomado de Catholic.net 9 de junio de 2012

Cómo sugerir lecturas a no creyentes


Jennifer Fulwiler era una joven atea norteamericana, bloguera y apasionada de Internet, que decidió dedicar un tiempo a explorar la fe cristiana. Lo que inició todo el proceso fue comprobar que su marido era, sorprendentemente, inteligente y creyente en Dios (aunque bastante anticatólico en esa época). Jennifer abrió un blog en 2005 para debatir temas de fe y también temas ligados al aborto, el derecho a la vida y la familia, que le interpelaban. Al final, en 2007, con 33 años, ambos esposos aceptaron la fe católica. Hoy tienen cinco hijos. Explica su historia de conversión en su web ConversionDiary.


El camino de Jennifer fue, sobre todo, intelectual. Además de Internet,ella misma explica qué libros le ayudaron a aceptar que la fe era razonable y, más aún, que era verdadera. 



The case for Christ, del ex-ateo Lee Strobel fue el libro que desde julio de 2005 le hizo centrarse en un tema: Cristo y los cristianos, frente a otras posibilidades religiosas. A continuación leyó "Mero Cristianismo" (cuya influencia en el siglo XX y XXI analizamos aquí). Centrándose en el catolicismo, leyó "By what authority?", del ex-protestante y divulgador Mark Shea. Amplió información en "Catholicism for Dummies" (en el popular formato de "libros explicados para que cualquiera lo entienda"). Después abordó el material oficial: ¡el Catecismo de la Iglesia Católica! Lo combinaba con "Making senses out of Scripture", un libro de Mark Shea sobre cómo entender la Biblia. A continuación: ¡sexo católico! Más en concreto, el libro de Christopher West que explica la teología del cuerpo de Juan Pablo II y sus bases bíblicas y antropológicas de forma amena y apasionada: "The good news about sex and marriage". Y ya creyendo en Dios, "El Hombre Eterno", de G.K. Chesterton le hizo gritar: "sí, exacto".


Edith Stein o Ignacio de Loyola

Que los libros son útiles para encauzar una conversión no es cosa que se dude. La filósofa agnóstica Edith Stein cambió cuando leyó un libro de Santa Teresa de Ávila en casa de unos amigos: llegaría a ser Santa Teresa Benedicta de la Cruz. El mismo San Ignacio convalecía de una herida de guerra cuando leyó, al principio con desgana, la Vida de San Onofre, en unas vidas de santos que le dejaban sus cuidadoras diciéndole que "no hay nada más para leer, no tenemos novelas de caballerías". Así surgirían los jesuitas. Los casos de libros influyentes en la fe son incontables.



Mucha gente escribe a Jennifer preguntando qué libros deberían comprar para regalar a sus seres queridos que no han tenido la experiencia de tratar con Cristo.



Pero Jennifer plantea que deberíamos plantearnos más bien cómo hacer llegar libros a esas personas. Y con realismo señala un primer punto: igual que no aceptas consejos ni libros sobre dietas si antes no te has empezado a cuestionar tu dieta o tu peso, hay que tener una mínima inquietud, una apertura al tema, para recibir información sobre Dios y Cristo... 



Por eso, Jennifer da 5 cinco consejos:


1) Conoce bien el itinerario espiritual de la persona. 

A menudo, es más útil para el evangelizador simplemente hacer preguntas y escuchar a la persona, que darle respuestas que aún no puede apreciar. "Si te dicen algo con lo que no estás de acuerdo, en vez de decirle que se equivoca, pregúntales cómo llegaron a esa conclusión. Cuanto mejor entiendas cómo tus seres queridos han llegado a su creencia actual, mejor equipado estás para saber qué libros les serán de ayuda".

2) Encuentra autores que utilicen su lenguaje 

Un ateo bohemio y pintor es distinto a un ateo biólogo molecular. El temperamento de las personas es muy distinto y requiere libros distintos, testimonios o argumentos o autores diversos. Lo que mejor es que el libro utilice un lenguaje similar al que la persona suele utilizar.

3) No le compres el libro: anímale a conseguirlo

"Todos tenemos vidas muy ajetreadas y los libros regalados, especialmente cuando quien los da está ansioso por hacértelo leer, nos hacen sentir como si nos hubieran endosado otra tarea más por hacer. Además, una regla de marketing bien conocida es que la gente aprecia más aquello que le ha costado algo. Así que recomiendo animar a tus amigos o parientes a conseguir ellos mismos el libro, comprándolo o pidiéndolo en la librería. Quizá, en el proceso, se anima a adquirir más". Eso no significa que nunca haya que prestar libros, pero no es lo ideal.

4) Espera hasta que llegue el momento de hacer llegar el libro

No suele ser buena idea, en el calor de un debate, entregar un libro gritando: "mira, lee esto y verás lo equivocado que estás". No hay que entregar libros movidos por la impaciencia, el orgullo del tertuliano u otros motivos inadecuados. La paciencia y la suave sugerencia del Espíritu Santo son guías más adecuadas. ¡Hay que saber esperar!

5) Sobre todo, reza

Al fin y al cabo, la conversión siempre es una obra del Espíritu Santo por caminos que Él conoce. "No importa cómo compartamos nuestra fe -recomendando libros, contando nuestro testimonio o siendo imagen de Cristo en nuestra vida diaria- siempre deberíamos empezar y acabar con una oración".

Tomado de Religión en Libertad.com Martes 10 de julio de 2012

sábado, 30 de junio de 2012

No me resisto a compartir este inteligente comentario de Pablo Cabellos.

EL PROBLEMA DE DIOS Y LA CREACIÓN (I)

problema del mal: ¿Cómo le ha salido a Dios esta parte del universo en la que, con el hombre, habita el cáncer, la miseria, las guerras, los genocidios y tantos otros dolores?
Unas palabras sobre el primer tema y dejo el segundo para otro día.
José Ramón Ayllón, hablando del libro Dios y la ciencia de J. Guitton, se pregunta: ¿Por qué hay algo en lugar de la nada? ¿Por qué apareció el universo? Ninguna ley física observable permite responder a esos interrogantes. Parece ser que, hace quince mil millones de años, todo lo que contiene el universo –planetas, soles y miles de millones de galaxias– estaba concentrado en una
Aunque el problema es el hombre, la primera acepción de la citada palabra en el diccionario de la RAE es ésta: “Cuestión que se trata de aclarar”. En este sentido, me parece que es lícito hablar del problema de Dios: para los creyentes como una necesidad de conocimiento que se traduce en un estilo de vida; para los no creyentes como una exigencia de búsqueda honrada. No basta vivir tontamente contando con que existe, pero como si no existiera; ni me parece razonable no hacerse algunas preguntas capitales a lo largo de nuestra biografía para que ésta no corra el riesgo de ser liviana, superficial o sin sentido.
Chesterton afirma: “si alguien me pregunta, desde el punto de vista exclusivamente intelectual, por qué creo en el cristianismo, sólo puedo contestarle que creo en él racionalmente, obligado por la evidencia”. Agustín de Hipona dice que la fe es un acto de la inteligencia: “el acto de fe no es otra cosa que pensar con el asentimiento de la voluntad”. Ernesto Sábato habla, sin embargo de “un Dios en cuya fe nunca me he podido mantener del todo, ya que me considero un espíritu religioso, pero a la vez lleno de contradicciones. Freud – otro hombre lleno de inquietudes y paradojas – se refería a las religiones como “delirios psíquicos”, como doctrinas que “llevan el sello de las épocas en que nacieron, la infancia de la humanidad todavía ignorante”.
La historia de la humanidad – como diría José Ramón Ayllón – está llena de náufragos, gentes que navegan en el océano de la existencia: unos a la deriva, y otros que han avistado a Dios. El tema es todo un desafío para la inteligencia porque si Dios existe, la vida no puede ser igual que si no existe: ni la legislación , ni las costumbres, ni la educación, ni el trato entre unos y otros. La famosa frase de Dostoievski – “si Dios no existe, todo está permitido “ – es una buena parte de la realidad de ese mundo que se proclama laicista con el fin de ser teóricamente el espacio vital para todos. ¿Y si nos equivocamos? Dimitri Karamazov es presentado por el novelista ruso como un hombre culto que aprecia las conquistas de la ciencia, pero su creador pone en su boca estas palabras: “¡Qué grande es la ciencia que lo explica todo! Sin embargo, echo de menos a Dios”.
Uno de los puntos de reflexión y encuentro con Dios es el universo mismo, del que habitamos una mínima parte. A mi modo de ver, hay dos motivos principales, que apartan de la aceptación de un Dios creador del mundo: la creencia ciega en el evolucionismo difundido por Darwin, sin contar con una inteligencia superior que dirigiera esa evolución y selección de las especies, sería la primera de las causas. La segunda – no menos ardua – es el  pequeñez inimaginable, apenas una chispa en el vacío, dice Ayllón. No sabemos de dónde procede ese microatomo, por llamarlo de algún modo, esa partícula que daría lugar al inmenso cosmos hoy existente. Y toda esa realidad descansa en un pequeño número de constantes cosmológicas, de la que una pequeña modificación de cualquiera de ellas habría impedido la aparición del universo que conocemos.
Pero bastaría ceñirnos a nuestro planeta y todo su contenido, incluyendo al hombre. ¿Sería posible que esa grandiosa complejidad fuera fruto del azar? J. Bogdaman explica la programación de computadoras “para producir azar”. Pues bien, sería necesario un tiempo casi infinito para que pudiera aparecer una combinación de números comparable a la que ha permitido la eclosión del universo y de la vida. A ello habría que añadir que en el origen del universo no hay azar sino un orden y una sincronización superior a lo imaginable. En cuanto a la formación de una sola célula viva por azar –sin entrar en detalles técnicos que en buena parte se me escapan-, la probabilidad en miles de millones de años es prácticamente nula ¿Qué decir de un animal, de una planta, del hombre?
¿No es necesario creer en una Inteligencia superior autora de aquel micro-átomo y dadora de leyes precisas que hayan hecho posible lo que vemos?
Cuando C.S. Lewis aceptó desde su ateísmo la existencia de un Dios creador –y más tarde de la fe cristiana-, concluyó que este Ser pedía rendición y obediencia, pero no la de un duro amo sino la de un forjador de felicidad, de la que en su obra “El problema del dolor”, escribe: “Dios no puede darnos felicidad y paz fuera de sí mismo porque no las hay. No hay tales cosas”. 


Pablo Cabellos Llorente

jueves, 3 de mayo de 2012

Ciencia y Fe en la Universidad

No me resisto a transmitir, por su trascendencia y significado, las palabras de Benedicto XVI ayer, en el Gemelli, celebrando los cincuenta años de esa institución universitaria:
“La nuestra -dijo el Papa- es una época en la que las ciencias experimentales han transformado la visión del mundo y la capacidad de comprenderse a sí mismo del ser humano. Los múltiples descubrimientos y las tecnologías innovadoras (...) son razón, con motivo, de orgullo; sin embargo, a menudo, no están exentos de inquietantes resultados”.

“Aquella que fue la fecunda raíz europea de cultura y progreso parece olvidada. En ella, la búsqueda del absoluto -el 'quaerere Deum'- abarcaba la necesidad de profundizar las ciencias profanas, el entero mundo del saber. Efectivamente, la búsqueda científica y la exigencia de sentido, aún en su fisionomía epistemológica y metodológica específicas, brotan de una fuente única, ese 'Logos' que preside la obra de la creación y guía la inteligencia de la historia. Una mentalidad fundamentalmente técnica y práctica engendra un peligroso desequilibrio entre lo que es técnicamente posible y lo que es moralmente bueno, con consecuencias imprevistas”.

Por eso, continuó Benedicto XVI, es importante que “la cultura descubra de nuevo el vigor del significado y el dinamismo de la trascendencia; en pocas palabras, que abra con decisión el horizonte del 'quaerere Deum' (...) Ciencia y fe poseen una reciprocidad fecunda, casi una exigencia complementaria para entender lo real (...) El cristianismo, como religión del 'Logos' , no relega la fe al ámbito irracional, sino que atribuye el origen y el sentido de la realidad a la Razón creadora, que en el Dios crucificado se manifestó como amor y que invita a recorrer el camino del 'quarere Deum': 'Yo soy el camino, la verdad y la vida'”.

“Cuando el ser humano sigue el sendero de la fe y se encuentra con el sufrimiento y la muerte en medio de la existencia, es capaz de vislumbrar una posibilidad auténtica de bien y de vida (…) El cuidado de los que sufren es, entonces, encuentro cotidiano con el rostro de Cristo, y la dedicación de la inteligencia y el corazón se impregna de la misericordia de Dios y recuerda su victoria sobre la muerte”.

“Vivida en su integridad -subrayó el Papa-, la búsqueda se ilumina con la ciencia y la fe y, estas dos 'alas' la levantan e impulsan, sin perder nunca por ello ni la humildad, ni el sentido del propio límite. De esa forma, la búsqueda de Dios se hace fecunda para la inteligencia, es fermento de cultura, promotora del verdadero humanismo, búsqueda que no se detiene en la superficie (…) Se inserta aquí la tarea insustituible de la Universidad Católica, un lugar donde la relación educacional está al servicio de la persona en la construcción de la competencia científica, enraizada en un patrimonio de saberes que a lo largo de las generaciones se ha convertido en sabiduría de vida; lugar en que la relación de cura no es un oficio, sino una misión”.

“La Universidad Católica, que tiene con la sede de Pedro una relación especial, hoy está llamada a ser una institución ejemplar que no limita el aprendizaje a la funcionalidad de un provecho económico, sino que se expande en proyectos en los cuales la inteligencia investiga y desarrolla los dones del mundo creado, superando una visión solo productiva y utilitaria de la existencia porque 'el ser humano está hecho para el don, que expresa y actúa la dimensión de trascendencia'”, concluyó el Papa, asegurando a los pacientes del Gemelli sus “oraciones y afecto”.
Agradeceré sus comentarios.

sábado, 7 de abril de 2012

El pecado esencial

"La actitud de Adán había sido: No lo que tú has querido, Dios; quiero ser dios yo mismo. Esta soberbia es la verdadera esencia del pecado. Pensamos ser libres y verdaderamente nosotros mismos sólo si seguimos exclusivamente nuestra voluntad. Dios aparece como el antagonista de nuestra libertad. Debemos liberarnos de él, pensamos nosotros; sólo así seremos libres. Esta es la rebelión fundamental que atraviesa la historia, y la mentira de fondo que desnaturaliza la vida". Benedicto XVI en su homilía de Viernes Santo 2012

lunes, 27 de febrero de 2012

Ser y filiación


Lo primero en la persona humana no es dar amor, sino aceptarlo; en este caso, aceptarse como amante; aceptar el amor que uno es; acep­tar ese don. El dar es segundo tras haberse aceptado. En el fondo se trata de aceptarse como la persona que se es. Si uno se acepta, acepta ser hijo, porque el don que como persona se es se le ha otorgado de modo perso­nal. Persona y amor son equivalentes. Reconocerse como hijo equivale a no querer personalmente dejar de serlo nunca, a no dejar de amar. Si el don es perpetuo, uno no debe dejar de ser hijo jamás, a menos que quiera dejar de ser persona.
(Tomado de Sallés: Antropología para inconformes)

miércoles, 22 de febrero de 2012

Nueva evangelización

"...Considero importante sobre todo el hecho de que también las personas que se declaran agnósticas y ateas deben interesarnos a nosotros como creyentes. Cuando hablamos de una nueva evangelización, estas personas tal vez se asustan. No quieren verse a sí mismas como objeto de misión, ni renunciar a su libertad de pensamiento y de voluntad. Pero la cuestión sobre Dios sigue estando también en ellos... Como primer paso de la evangelización debemos tratar de mantener viva esta búsqueda; debemos preocuparnos de que el hombre no descarte la cuestión sobre Dios como cuestión esencial de su existencia; preocuparnos de que acepte esa cuestión y la nostalgia que en ella se esconde... Creo que la Iglesia debería abrir también hoy una especie de "atrio de los gentiles" donde los hombres puedan entrar en contacto de alguna manera con Dios sin conocerlo y antes de que hayan encontrado el acceso a su misterio, a cuyo servicio está la vida interna de la Iglesia". (Benedicto XVI, Navidad de 2010)

viernes, 10 de febrero de 2012

Youcat y la asignatura pendiente

Hace unos meses, en las primeras entradas de este blog, hablé de la asignatura pendiente: nuestro reconocimiento de la condición creatural. En el Youcat (el Catecismo para jóvenes, de la iglesia católica), leo: "¿Las ciencias naturales hacen innecesaio al Creador? No. La frase "Dios ha creado el mundo" no es una afirmación ya superada de las ciencias naturales. Se trata de una afirmación teológica, es decir, una afirmación sobre el sentido (theos=Dios, logos=sentido) y el origen divino de las cosas (282-289). El relato de la Creación no es un modelo explicativo del principio del mundo. "Dios ha creado el mundo" es una afirmación teológica sobre la relación del mundo con Dios. Dios ha querido que exista el mundo; él lo acompaña y lo llevará a plenitud. Ser creadas es una cualidad permanente en las cosas y una verdad elemental acerca de ellas". (Youcat n. 41)

lunes, 6 de febrero de 2012

Compromisos

"Hemos de ser conscientes de que el hombre no puede realizarse en absoluto sin construir lazos, contraer compromisos, aliarse con los demás, y decidir ser fiel. En ocasiones, esta fidelidad puede ser costosa, pero es el único camino que permite al hombre salvarse de su egocentrismo. Hay que reafirmar esto con fuerza en una sociedad en la que la creencia dominante es que cualquier lazo (el conyugal, por ejemplo) es un lugar de encierro y privación de libertad. Es lo contrario: el lazo de fidelidad, cuando es verdadero, es la salvación de la libertad" (Otra vez Phillipe, Jacques: Llamados  la vida, p. 122)

domingo, 29 de enero de 2012

Autoestima

Copio de un autor que no tiene pierde respecto de sus comentarios de antropología teológica: "El hombre moderno tiene una dificultad terrible para amarse a sí mismo.La profusión de obras de psicología sobre el desarrollo de la personalidad y la adquisición de la autoestima es un signo elocuente. Si tecleas en "autoestima" en Google (sitio de búsqueda en Internet) encontrarás la cifra de resultados: ¡1.400.000 páginas sólo en francés! Allí aparece lo mejor y lo peor. De ningún modo me inclino por un retorno a la cristiandad de la Edad Media, pero estoy convencido de que el hombre del siglo XIII no tenía tantos problemas para amarse a sí mismo. Aquellos hombres tenían la certeza de ser criaturas de Dios, pecadoras ciertamente, pero dignas de amor y de redención. Eran capaces de hacer grandes tonterías, pero creían en la posibilidad del rescate. En los siglos XVIII y XIX rechazaron a Dios con la ilusión de pensar que eliminarían de golpe la culpabilidad y que por el fin el hombre sería libre y feliz. Olvidaron una cosa: sin Dios, el hombre está solo para llevar el peso de sus desdichas, de sus miserias y de sus faltas. Si no hay Dios, tampoco hay misericordia ni perdón. El hombre de hoy está un poco condenado a triunfar en la vida, sin remisión posible en caso de fracaso. No puede absolverse a sí mismo, a pesar de los intentos que haga en ese sentido, incluso con un ejército de psicólogos que le libre de culpabilidad. La autoestima necesita un fundamento: la certeza de que, ocurra lo que ocurra, soy amado y puedo amar.Sólo Dios puede garantizar absolutamente esta certeza". Philippe, Jacques: LLamados a la vida, Madrid 2008, p. 100. Y añado yo: el mismo fundamento lo necesita el perdón a los demás, ese que tanta falta hace en la vida social contemporánea.

domingo, 22 de enero de 2012

Copio de una entrevista para Zenit a Gary Krugg, judío y fundador de la Pave the way: "Es la juventud la que tiene que aprender la verdad sobre los problemas de hoy, si tenemos la esperanza de resolverlos. El problema que subyace está en conocer los medios de comunicación internacionales y el abuso de su impresionante poder para controlar las ideas y el pensamiento. Las noticias de la prensa editorializan de modo intencionado, e imponen agendas privadas que enturbian la verdad y a la vez crean hostilidad, odio y en algunos casos muerte. En el sentido del mensaje del Papa (se refiere al Mensaje del 1 de enero, día Internacional de la Paz), me gustaría añadir una advertencia a los jóvenes de hoy. Tengan cuidado en controlar lo que aprenden de las noticias y de los medios de comunicación. Cuestionen el reportaje, vayan a las fuentes originales locales a fin de buscar la verdadera historia. Luego traten de encontrar soluciones basadas en hechos no desequilibrados y sesgados en la información". No hace falta añadir más.