miércoles, 30 de junio de 2010

Poniendo orden en la propia casa

Entiendo que templanza y moderación son dos condiciones inapelables de la estructura fundamental de la conducta humana. Sin estas, la auténtica autonomía derivada de la libertad acaba en un espejismo libertario.
Decisiones mínimas desprovistas de equilibrio (emocional, espiritual, psicológico, etc.) son manifestaciones inequívocas de falta de auténtica humanidad. Por eso asistimos de un largo tiempo a esta parte a faltas de modales, reacciones destempladas (públicas y privadas): a todos causa desasosiego ver a personajes públicos "salidos de tono", "fuera de sitio", "excesivos"... Pero estas virtudes han caído en desuso por una pretendido autonomía de la conducta social ("allá cada uno") que impide cualquier sanción a este tipo de inconductas. Empecemos por el hogar, continuemos por el colegio y apliquemos sin demora sanciones (razonables pero ciertas) antes que la barbarie de instale entre nosotros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario